La Fábrica de Armas de A Coruña tiene las horas contadas tras casi 76 años de historia. Abrió sus puertas a principios de marzo de 1937, en plena Guerra Civil, como taller de confección de uniformes militares, para complementar el trabajo de la factoría de Trubia, en Oviedo, también afectada por los despidos anunciados este jueves. Aquel primer local estaba situado en la planta baja de lo que hoy es el edificio de Correos. Posteriormente, se ubicó en los terrenos escolares de Eusebio da Guarda y Curros Enríquez.

Las 58 máquinas que conformaban la fábrica se habían adquirido a una empresa de Béjar (Salamanca) por 20.000 pesetas de entonces, para trasladarlas posteriormente a la ciudad herculina. En aquel momento, las instalaciones podían producir unos 250 uniformes diarios.

Unas semanas antes, el 20 de febrero, Pilar Franco, hermana del dictador, asistió a la presentación de la factoría. Presidían la entrada al recinto un gran rótulo que rezaba «Viva el Ejército, viva Franco, viva España».

En 1947, la Comandancia ultimó el proyecto de la actual fábrica y el Ayuntamiento acordó la cesión de los terrenos en Palavea. Dos años después, comenzaron las obras. Poco a poco, los talleres se fueron trasladando a la nueva ubicación.

Finalmente, el 6 de septiembre de 1958, Francisco Franco acudió en persona para inaugurar las instalaciones definitivas, en Palavea. Aquí se elaboró armamento portátil de repetición, mosquetones, subfusiles y pistolas de señales. En el momento del traslado, la empresa contaba con 1.241 empleados.

Con el paso de los años y el descenso de la demanda, la Fábrica de Armas tuvo que reinventarse para evitar su cierre. En 1995, el entonces ministro Josep Piqué propuso el cierre y la unificación de las fábricas del norte en Trubia. En 1996, la Xunta ofreció la posibilidad de diversificar la producción y empezar a elaborar discos duros de ordenador, aspas eólicas y armamento deportivo, aunque esta vía no llegó a fructificar. En el año 2000, el Gobierno privatizó Santa Bárbara y la vendió a General Dynamics, por lo que la compañía se hizo con el control de las instalaciones y aseguró el mantenimiento de la producción, al menos hasta 2010.

En 2003 se valoró la posibilidad de un traslado de la fábrica para liberar la parcela, que se destinaría a la construcción de viviendas. Se estudiaron nuevas ubicaciones, como La Grela o Espíritu Santo, pero el proyecto no llegó a cuajar. En 2011, el alcalde Carlos Negreira se mostró de nuevo favorable al traslado si ello ayudaba a mantener los empleos.

Finalmente, ninguna de las posibles soluciones saldrá adelante. El ERE que ha puesto en marcha Santa Bárbara fulminará los 76 años de historia de la Fábrica de Armas.